martes, 16 de abril de 2013

COMPRAR UN LIBRO

Comprar un libro tiene siempre un sentido de aventura. No importa cuál sea el tema de la obra.

Es como dar la mano a un desconocido que nos va a acompañar, no sabemos si por horas o durante toda la vida. O como principiar un amor.
 Y el dinero, aunque se de con sacrificio, se entrega con el gusto que da toda esperanza.

A veces, ya con el libro bajo el brazo, se inicia el cariño físico hacia las páginas empastadas.  Se le palpa el lomo y las tapas con ternura, como si por anticipado se quisiera devolver el agrado de las horas de sabiduría o deleite que se aguardan .

En un rato de ocio se cortan los pliegos en precaución de las impaciencias e indiscretamente se anticipa el gozo atisbando en busca de los mejores párrafos...

Y luego, ya sea en el sobrio reposo del estudio o en el momento de inefable descanso  se abre el libro en la primera página para iniciar el viaje por una ruta desconocida...

Pasan  las páginas ante los ojos, la tersura o el furor del pensamiento, el sentido transfigurado de la belleza, la capacidad de análisis o de descripción, la bondad o la maldad de que es capaz el hombre afloran hacia la eternidad por el milagro de la imprenta.

Felices los libros que son leídos.  Tristes aquellos que caen en manos de coleccionistas que tienen  la manía de atesorar ejemplares que jamás leen, y que son como aquellos que sin andar jamás a caballo coleccionan sillas de montar y espuelas.

Y pobres de los libros que con el vestido de costosas encuadernaciones se forman por metros, en líneas iguales, presos en preciosos anaqueles, y solamente sirven para adornar  la "biblioteca " de alguien que jamás tiene tiempo para leer.

Feliz el libro que termina heroicamente desbaratado, con rayas y notas que su amo ha puesto para marcar las consideraciones importantes.

COMPRAR UN LIBRO TIENE SIEMPRE UN SENTIDO DE AVENTURA...


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